Un viejo mastín

Con ocasión de buscarle el nombre a una niña que nacerá pronto (bendita seas), he abierto al azar un Flos Sanctorum, o florilegio de santos, del siglo XIX. No es fácil encontrarle un nombre adecuado a nadie. El nombre prefigura y condiciona a menudo la vida futura de quien ha de llevarlo hasta la muerte. Pelagia, Peregrina, Perfecta, Perla, Perseveranda, Petronila, Petronia... Ojalá no nos pareciera cursi llamarla Perla. Hasta hace cien años estos nombres circulaban aún. Paradójicamente el triunfo de la diversidad ha uniformado los nombres, y casi todos hemos acabando llamándonos no sólo de la misma manera, sino sabiendo a lo mismo, a yogur.

El nombre prefigura y condiciona a menudo la vida de quien ha de llevarlo

Por suerte, y al menos en el campo, la tradición de ponerle nombres adecuados a los animales, no se ha perdido. Qué bien titula sus toros, vacas, caballos, burros y perros la gente del agro. Qué nombres tan “altos, sonoros y significativos”: Formal, Delirio, Pinta, Roldán... Hace unas semanas visitamos en Azadinos, un pueblo de León, la perrera de un hombre, Mario Alonso, que ama los mastines, en compañía de su amigo, Félix García, que ama los carea. Los mastines guardan el ganado, y los carea lo conducen. El mastín es un perro grande y tranquilo, que parece estar siempre soñando, y el carea es un perro menudo e inquieto, que siempre está cogitando, que diría Ortega. Del mastín se dice que es el perro más leal. Del carea, el más inteligente. Mario, grande y tranquilo, tiene algo de sus mastines, o al revés; Félix, enjuto, mucho de sus careas, o ellos de él.

Siguen en León los mastines llamándose como en tiempos de Rui Pérez de Viedma, el leonés cautivo que sale en el Quijote: Moro, Turco, Sultán, Bizarro, Duende... Y hablando de estos caímos en lo oportuno que sería que algunos de los perros de este 2016 que empieza, el del cuarto centenario de la muerte de Cervantes, llevaran los que aparecen en sus obras, empezando por Cipión, Berganza y Montiel, los de El coloquio de los perros, o Gavilán, el de La Galatea, o Butrón y Barcino, que iban a llevar Sancho y don Quijote a la Arcadia pastoril. 2016... Qué nos deparará este año. Lo hemos empezado hablando de perros, acaso porque ellos sean más hospitalarios, acaso porque su fondo animal sea el nuestro. “Un pobre perro callejero” dijo Azorín que hubiera querido ser, de no ser hombre. Ay, niña, quién fuera viejo mastín por guardar del lobo todos tus sueños.

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