¿La verdad?

Veo a todas esas pobres personas que huyen desesperadas de la guerra en Siria y me pregunto una vez más qué es lo que de verdad está ocurriendo en ese lugar del mundo. Algunos hacen afirmaciones rotundas sobre quiénes son los buenos y quiénes los malos en ese terrible conflicto, y parecen estar seguros de lo que hay que hacer. Yo, en cambio, me temo que no sean más que las mismas aseveraciones ilusorias que se hicieron años atrás sobre Iraq o sobre Líbano o sobre Egipto y las primaveras árabes.

Ni entiendo por qué los refugiados no buscan ayuda en sus hermanos ricos del Golfo

Sospecho que, en realidad, nadie sabe nada. O casi nadie. Quizás algún gran experto en la zona, algún analista genial de ciertos servicios de inteligencia, algún diplomático o político que, por lo que sea, se haya interesado de manera especial, y desde hace mucho tiempo, por todo lo que sucede en la región. El resto, los ciudadanos comunes, observamos los atroces fenómenos integristas, los débiles intentos democratizadores –si es que lo son de verdad– de los movimientos de oposición, la resistencia de las clases privilegiadas, la violencia desatada como una plaga bíblica sobre esas tierras que se extienden entre el Mediterráneo y el océano Índico, y no entendemos nada.

Yo, desde luego, no. Confieso mi absoluta ignorancia, la falta de conocimientos y datos suficientes para alcanzar a entender qué es lo que está sucediendo, hacia dónde se encaminan todos esos países o cómo van a afectar al resto del mundo las incesantes crisis en las que parecen vivir en los últimos años y el imparable empuje de los islamistas radicales. Mi mentalidad de historiadora me lleva a sospechar que nos falta buena parte de la información, toda aquella que tiene que ver con los grandes intereses geoestratégicos, armamentísticos y económicos. Y creo que pasarán varias décadas hasta que consigamos poner un cierto orden intelectual en todo ese caos.

Ni siquiera entiendo por qué los refugiados se juegan la vida tratando de llegar a nuestro continente y aceptan someterse a las humillaciones de los hipócritas gobiernos europeos en lugar de buscar ayuda entre sus ricos hermanos del Golfo, o por qué estos se resisten a dársela. Ni de dónde ha salido ese repentino interés de nuestro propio Gobierno por acogerlos en un país que raras veces ha respetado las reglas elementales del asilo político. ¿Cuál es la verdad que nos están ocultando?

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