De vivir Giner

Dentro de unos días hará cien años que murió don Francisco Giner de los Ríos, lo más parecido a un santo laico. La muerte del fundador de la Institución Libre de Enseñanza que llevaba semanas agonizando en su catre (así lo vio JRJ, que lo visitó entonces, y dijo catre y no cama, porque en catre monástico murió aquel hombre humilde que no tenía ni un pelo de puritano), su muerte, decía, sumió a los mejores en la tristeza y la desolación, y arrancó elegías memorables, entre ellas una de Machado y otra del propio JRJ.

¿Cuáles serían sus propuestas para la regeneración de este melonar?

A menudo se ha preguntado uno: de vivir hoy Giner, ¿qué haría, cuáles serían sus propuestas para la regeneración moral y social de este melonar, pues melonar ha sido, es y probablemente sería este país? Desde luego lo primero que haría sería reconvenirle a uno por darle a España tratamiento de melonar. Diría: “Hijo, no es ese el camino. No lo es el desdén y la soberbia”. Él creía en el pueblo, entendido como suma de individuos y ciudadanos libres (se enfrentó a la Iglesia católica, entonces poderosisíma, tratando de arrebatarles de las garras a curas y monjas la enseñanza, convencido de que poco podría hacerse con adultos, futuras élites del país, que salían de sus escuelas tarados para los restos). Estaba también convencido de que lo mejor procedía siempre del pueblo, de la minoría aristocrática del pueblo, vida y obras, de su nobleza, de su seriedad, de su jovialidad. Fue el primero en decir que había que orear a l*s chicos, y llevarlos a la naturaleza en estado puro (Sierra de Madrid), a lo mejor de la cultura (museos, catedrales, bibliotecas) y a la vida real (campos, pueblos, talleres, fábricas) inculcándoles una vida de estudio y trabajo, disciplina y limpios afectos, al tiempo que estorbaba en los maestros aquella vieja máxima imperante entonces que aseguraba que la letra con sangre entra.

De vivir hoy Giner, ¿qué haría? ¿Por dónde empezaría? Creo que empezaría pidiendo una drástica reducción en la emisión del CO2 moral que está embotando a nuestra sociedad, más trabajo gustoso, una vida sana y austera, paredes blancas, poco muebles y sencillos, mucho oreo por el campo, dos partes de silencio por una de charla, menos cultura del espectáculo (gran oxímoron), en fin, lo que ningún partido ni institución pide, acaso porque tratando a los adultos como a niños, infantilizándoles e idiotizándoles tanto, tienen todos ellos garantizada su supervivencia.

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