Zyklon B en Wikipedia

¿Quién no le debe la corroboración de un dato o su refutación, por no hablar de todo lo que desconoceríamos sin ella? Las últimas noticias son, sin embargo, desalentadoras: “Wikipedia va camino de desaparecer: gasta demasiado y las donaciones no bastan”, hemos sabido. Pero no es ese el mayor de sus problemas.

Tiene problemas, pero no sólo de dinero, sino con los secuaces del mito

Hace unas semanas, alguien que lo necesitaba buscó en Wikipedia algo sobre uno, y se quedó atónito. En mi biografía se hacían constar, y de manera sucinta, estos dos únicos datos (no somos nadie): que uno era un “literato” interesado en “el fascismo literario” y que formaba parte de cierta comisión de la Memoria Histórica, “referenciados” con cierta tendenciosa página de “investigaciones marxistas”. Es decir, un dato falso y otro, circunstancial, tratados ambos de un modo insidioso. La persona que destapó el hallazgo, buen conocedor de mis escritos, corrigió uno y otro sobre la marcha, pero se tropezó con la sorda e inaudita reacción de alguien que parece estar vigilando al otro lado, un tal Asqueladd, seudónimo, cómo no, de un censor que revertía, literalmente a los dos minutos, cualquier cambio que no fuera de su agrado. Lo que siguió forma parte de un relato kafkiano. Han intervenido otros lectores. Nada que hacer. Ese sujeto impedía cualquier modificación o la sometía a su criterio. ¿Con qué autoridad? La que la de da, al parecer, tener en su haber ¡72.000 ediciones en Wikipedia!, o sea, la de haber infectado 72.000 veces Wikipedia con sus tóxicos errores y omisiones interesadas. ¿Resentimiento, estupidez, terquedad? Ni harto de vino traspasaría su pasamontañas para saberlo.

Parece que ya la han corregido algo. Lo agradezco, pero en cierto modo me da lo mismo. Me digo lo que aquella aristócrata que sacaba a pasear su perro con los rulos puestos, para escándalo de sus hijos, que le afeaban las pintas: “Los que me conocen saben quién soy, y no les importa; y a los que yo no conozco, ¿qué me importan a mí?”. Le han asegurado a uno que si entra en Wikipedia con su nombre, tiene alguna posibilidad de modificar su biografía. Hasta ahí podíamos llegar. Sí, Wikipedia tiene problemas, pero no sólo de dinero, sino con aquellos logocidas, secuaces del mito, que propagan en ella a diario, a cualquier hora del día o de la noche, un gas tan letal para el conocimiento como el Zyklon B.

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