Icono ‘made in China’

La aguja del pajar: Zhou Qunfei

Esta emprendedora tecnológica, que se ha convertido en una de las personas más ricas de China, empezó como empleada en el mismo sector ganando un dólar al día.

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GETTY IMAGES

Zhou Qunfei es un nuevo icono del liderazgo femenino. Sería mediático si fuera de Silicon Valley, pero es muy inspirador en su país, China, donde las mujeres pisan fuerte en la emprendeduría digital. De hecho, es el país con más milmillonarias hechas a sí mismas, en contraste con otras de las mujeres más ricas del mundo que, la mayoría, heredaron la fortuna.

Procede de un entorno rural y pobre, a los 16 años empezó a trabajar y a los 22 creó su negocio

Zhou Qunfei (Xiangxiang, 1970) creó y dirige Lens Technology, que fabrica pantallas para smartphones y tabletas. Fundó la empresa en el 2003, pero fue en el 2015, cuando empezó a cotizar en bolsa, cuando Zhou destacó. La revista Forbes la considera la mujer más rica del mundo que ha hecho su propia fortuna. Se le atribuyen unos 5.700 millones de euros, aunque la cifra fluctúa según cotice su empresa. Por eso, se disputa con la matriarca de una familia de constructores el título de mujer más rica de China.

Zhou diverge del perfil más habitual de milmillonarios tecnológicos por haberse hecho rica a la vieja usanza, empezando desde cero como trabajadora del sector. Nació en un entorno rural y pobre en Hunan. Huérfana de madre desde los 5 años, a los 16 fue a Shenzhen a trabajar. Empezó puliendo cristales de relojes por un dólar al día. A los tres meses se cansó, pero los jefes la promocionaron. A los 22 años, abrió su negocio de cristales para relojes. Su empresa se propulsó cuando empezó a fabricar pantallas.

“Donde crecí, muchas chicas no tenían opción ni de ir al instituto. Se casaban y pasaban la vida en el pueblo. Yo escogí los negocios y no lo lamento”, declaraba el año pasado a The New York Times. Ahora vive en una mansión de 27 millones de dólares en Hong Kong, viaja en su reactor y viste de Dior, aunque tiene un apartamento en la fábrica principal de su empresa donde, dicen, duerme a menudo, y le gusta ver cómo trabajan sus empleados. Eso sí, no parece recordar cuando ella era uno más: se la ha acusado de pagar muy poco y exigir jornadas excesivas.

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