Alma de cantautor

Alberto Ammann

Vertical

Con toda la naturalidad del mundo, el argentino Alberto Amman (Córdoba, 1978) podría agarrar su guitarra y ponerse a tocar en las calles de cualquier ciudad “si me llegara la bancarrota y no tuviera ni un guión al que hincarle el diente”, comenta entre risas. La música es para él tan vocacional como la interpretación, pero “aunque estudié tres años de guitarra clásica en el conservatorio, esta perdió la batalla ante la interpretación, que al final se ha convertido en mi verdadera profesión”. Ahora, el ganador del Goya por su trabajo en la popular Celda 211, que también es compositor, utiliza la guitarra para suavizar tensiones “después de enfrentarme cada día con estos sobresaltos que nos ofrece la situación política y económica”. No lo hace a menudo, porque trabajo no le falta, “ya sea en España o en Argentina. Tengo la enorme suerte de tener un pie cada país”. Estos días presenta, junto a José Coronado, Betibú, un brillante filme policiaco con conspiración de por medio, en el que encarna a un joven periodista al que parecen perseguir los crímenes. “Es una de esas películas que excitan la curiosidad del espectador; con muy buen suspense, en la que todo tiene su porqué, y que bucea en esas zonas sombrías del ser humano tan atractivas al espectador”. Desde que rodó Mindscape el pasado año, un filme de vocación internacional, “y aunque le tengo mucho apego a mi vida madrileña”, no descarta abrirse camino en otras filmografías, “lo que no significa que Hollywood me atraiga especialmente. Pero claro, llevan toda la vida creando personajes maravillosos y eso es muy atractivo para mí”.

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