Con lápiz y papel

Imma Cuesta

Vertical

Aunque le queda poco tiempo para ello “porque, aunque me da pudor decirlo, no me falta trabajo”, pintar y dibujar le sirve a Inma Cuesta (Valencia, 1980) para relajarse, ocupar el tiempo entre toma y toma y “olvidarme un poco de esa inquietud que tengo a veces cuando pienso que, tal y como está todo, cualquier personaje puede ser el último”. Su padre fomentó esa afición desde niña. “Me decía que no calcara nada, que lo que quisiera dibujar lo imaginara primero. El resultado de eso son esas abstracciones que hago, como autorretratos medio cubistas, que suelo regalar. Es sólo una afición; no tengo intención artística alguna”. No le hace falta; ese ámbito lo tiene cubierto. Estos días graba nuevos capítulos de la imbatible Águila Roja –“con la esperanza de que avance algo el romance entre el protagonista y mi personaje”–, y presenta la comedia agridulce Las ovejas no pierden el tren. “Propone una reflexión sobre las parejas de treintañeros, qué les motiva, qué les afecta, cómo se dan caña mutuamente. Hasta qué punto el trabajo o el paro interfieren en su relación, y el sexo, y el reloj biológico. Está hecha con emoción, y a menudo, con una sonrisa en los labios”.

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