Entre líneas

Natalia de Molina

Vertical

Hace un año, su interpretación en Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba, le valió el Goya a la mejor actriz revelación. Un espaldarazo que Natalia de Molina (Linares, 1990) ha rentabilizado con varios rodajes, la serie Bajo sospecha; y más buenas noticias: la Berlinale la ha calificado de talento emergente, y Málaga ha premiado su primer papel protagonista: la madre soltera y en paro de Techo y comida. “Un personaje complejo, una joyita en un filme honesto y crudo”. La escritura es su gran afición desde niña –creaba relatos y cuentos– y adolescente, “como una forma de liberar ideas, sensaciones. Yo le doy muchas vueltas a la cabeza y necesito dar salida a todo eso”. Ahora, ese hábito le resulta útil a la hora de componer sus personajes. “Soy muy observadora, me gusta mirar a la gente y si algo me llama la atención lo anoto en un cuaderno que llevo en el bolso. Hago una especie de diario de cada personaje, creo su historia, cosas que le han pasado y le dan cuerpo y alma”. Además, tiene varios guiones comenzados, “historias que se me ocurren y me gustaría acabar algún día; incluso dirigirlas, a largo plazo, claro”.

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