Entre fogones

Santi Millán

Vertical

Aunque en la serie El chiringuito de Pepe encarna a un refinado cocinero obligado a reflotar un bar playero, Santi Millán (Barcelona, 1968) subraya que su pasión por cocinar y por comer le viene de lejos. “Es algo consustancial a la cultura mediterránea, celebramos y hacemos negocios con un plato delante, y así todo termina con buen sabor de boca”, afirma. Cuando se coloca ante los fogones “a veces me sale la vena creativa, porque he tenido la suerte de conocer a muchos de los chefs más afamados que han renovado la cocina en nuestro país y nos han enseñado a comer bien, rico y bonito. Pero cuando me pongo original preparando la cena a mis hijos, a menudo me sueltan un ‘papá, déjate de rollos y dame la carne’”, comenta riendo. Se le dan bien los arroces, “desde el más sofisticado hasta el simple a la cubana o el risotto, que es una delicia”. No rechaza cometer “algún exceso, una sabrosa marranada con grasa de vez en cuando, siempre que la dieta general sea sana. Es cuestión de equilibrio”. Apasionado del ejercicio –sobre todo correr y bicicleta–, no precisa contar calorías “porque tengo más tendencia a perder peso que a ganarlo”. En especial en épocas de intenso trabajo en las que el actor, formado en La Cubana y popular por la televisiva Siete vidas, simultanea varias actividades. “Trabajando en El Hormiguero, representando mi último espectáculo teatral, Live, y rodando la serie –cuya segunda temporada llegará a la pantalla en septiembre–, es imposible engordar”.

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