"No me puedo quejar, he tenido siempre más de lo que esperé"

El último día de mi vida: Pedro Guerra

Vertical

ILUSTRACIÓN ORIOL MALET

Comenzó a cantar a los 16 años por locales y fiestas de su Canarias natal. Descubrió que le encantaba escribir canciones y se pasaba el día haciéndolo. Al poco, formó el grupo Taller Canario y fue entonces, con 20 años, cuando se dio cuenta de que podía tener un sueldecillo que le permitía, aunque sin lujos, vivir de la música e independizarse con un piso de alquiler compartido con su grupo. Siete años más tarde se desplazaba a Madrid “con una guitarra y tres o cuatro casetes”. No necesitaba más, porque, ha dicho, las mejores canciones se sostienen desde la desnudez más absoluta... “Si una canción necesita algo más que una guitarra y una voz para poderla defender, es que esa canción ha nacido carente de algo”. Ana Belén, Víctor Manuel, Luis Eduardo Aute y otros muchos comenzaron a cantar canciones con letra y música de Pedro Guerra (Güímar, Tenerife, 1966). Cantautor y trovador vio cómo el éxito acompañó a Contamíname, cantada por Ana y Víctor, que le valió un premio Ondas en 1994. Un año después, grababa su primer disco en solitario: Golosinas, el álbum que le llevó directo al éxito. Han pasado 25 años, lo ha reeditado y anda de gira con él. Y ve paralelismos entre el ayer y el hoy: una crisis muy fuerte, como la de ahora, y la aparición de toda una generación de cantautores, de los que ahora, dice, hay un resurgir.

Un día estas cosas son polvo de estrellas,/momento como curva en la vereda./Un día miramos y acaso reímos, /pensando lo que ha sido y lo que fuimos./Todos tenemos algo escondido,/y yo como todos tengo lo mío, canta en Golosinas.

– ¿Qué tiene escondido Pedro Guerra?

– Esta frase habla de intimidad. Así que no lo voy a contar aquí.

– 25 años después de Golosinas, ¿qué le ha enseñado la vida?

– Muchas cosas. A vivir con calma... La verdad es que la mayor parte del tiempo lo invertí en intentar ser mejor persona.

Dice que todas las épocas tienen sus lados buenos y sus lados malos y considera que el mundo ha cambiado y mucho. No había móviles, internet o redes sociales. Tres cosas que han transformado muchas cosas, incluso los hábitos de consumo de música. El mundo, cree, se ha vuelto confuso y es “terriblemente” diferente a como era hace 25 años. El ser humano, afirma, “es cada vez más ser y menos humano. Me indigna y me cabrea mucho”. Se han abandonado la compasión y la empatía y hay “comportamientos de nuestra especie muy lamentables y que nos alejan del concepto humanidad”. No lo dice, pero se refiere al auge de la ultraderecha y a la manipulación que, a su juicio, se está haciendo con la inmigración.

Le gusta mirarse para adentro y entenderse. Su música no bebe del tormento, sino de la vida cotidiana, de la normalidad. Sostiene que la risa tiene un gran poder y que, en los tiempos que corren, reirse es revolucionario, una apuesta por la alegría y el optimismo. Y lo canta: “Hazlos reír y te darán la vida/el mapa del tesoro en la ciudad perdida (...) Hazlos reír y lo que está en el fondo podrá subir (...) Hazlos reír y te dará la risa/ y risa con amor es lo que tu precisas”

No ha sentido de cerca la muerte y prefiere hacerse el loco ante ella. Quisiera que no le diera miedo pero se lo da y está seguro de que “no hay nada después”. ¿Reencarnarse en algún personaje histórico? “No sé si me gustaría. Si mi vida tiene sentido es porque es mía. ¿Para qué vivir la de otro?”

– ¿Qué es la vida para usted? ¿Cómo hay que vivirla?

– La vida es el espacio del que dispones entre que naces y te mueres. Hay que vivirla y disfrutarla sobre todo y por encima de todo.

Hazlos reír y te darán la vida, canta Pedro Guerra. Y vive.

Si supiera que mañana es el último día de su vida, ¿qué haría? ¿Cómo lo pasaría?

Lo pasaría con mi familia. Disfrutando de ellos un día más.

¿Qué le hubiera gustado hacer y ya no podrá porque no dispondrá de tiempo?

He tenido la suerte de poder dedicar mi tiempo a lo que más me gusta.

¿Qué aconsejaría a los que se quedan?

Que vivan y que disfruten de la vida.

¿Cómo diría que fue su vida?

No me puedo quejar, he tenido siempre más de lo que esperé.

¿De qué está más orgulloso?

Estoy contento con mi trabajo y la libertad con la que lo pude realizar.

¿Se arrepiente de algo?

No, la verdad.

¿El mejor recuerdo de su vida?

Tengo muy buenos recuerdos. Cuando me casé, por ejemplo.

¿Cuál sería el menú de su última cena?

Me gusta comer, pero no soy sibarita en ese sentido.

¿Se iría a dormir?

No. Despierto hasta el final.

¿Cuál sería su epitafio?

Queda la Música.

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