Xavier Texidó es un testigo de excepción del proceso de paz que Colombia vive a flor de piel y que está a punto de culminar este próximo 2 de octubre, fecha en la que se celebrará el referéndum para sellar los acuerdos ya alcanzados por el Gobierno y la guerrilla de las FARC en La Habana. Un voto favorable no sólo supondrá poner un punto y final simbólico a medio siglo de confrontación bélica sino que también abrirá el país a un sinfín de oportunidades de mejora social, medioambiental, política, económica… Texidó, principal ejecutivo y presidente de la multinacional Nestlé en Colombia, lleva casi 20 años trabajando en Latinoamérica, primero en Puerto Rico, luego en República Dominicana, más tarde en Cuba y ahora en el país que está en boca de todos.
Desde su despacho en un rascacielos de la avenida Diagonal de Bogotá, este emprendedor catalán analiza el momento histórico.“El proceso de paz es como tener un penalti que vas a marcar seguro, de eso no hay ninguna duda. Había un convencimiento de que las conversaciones de La Habana iban a salir adelante. Yo me suelo reunir con políticos exguerrilleros, con sindicalistas, y hay algunos que están muy a favor del proceso de paz, otros que no tanto, otros que están en contra, pero cuando les preguntas, todos dicen que se va a firmar”, explica Texidó, que, durante años, y por motivos de seguridad, no ha podido viajar a ciertas zonas del país donde la multinacional tiene instalaciones, porque estaban infestadas de violencia. En los últimos tiempos, sin embargo, esa libre circulación ya es más viable. Los acuerdos de La Habana de hace unas semanas y la firma de la paz entre el presidente Juan Manuel Santos y el líder guerrillero Rodrigo Londoño, alias Timochenko, de este mismo lunes han hibernado los coletazos de violencia desde hace meses. El referéndum, en caso de que salga vencedor el sí, debería desactivar esos últimos ramalazos bélicos.
"Con el acuerdo de paz se empezarán a ver otras cosas que no sean el conflicto, la guerrilla o el narcotráfico"
“Es importante precisar que el proceso aún no termina –advierte Texidó–, queda el plebiscito. Todo esfuerzo que adelante el país por alcanzar la paz lo valoramos muy positivamente, pero son los colombianos quienes tienen la última palabra. Para el país supone un momento histórico y una oportunidad única de dar un paso muy importante en favor del 'desescalamiento' de la violencia interna, que requiere entendimiento profundo de las implicaciones de aceptar o no el acuerdo".
¿Cómo se trabaja en un país sumido en la violencia? “Si llegué aquí –explica Texidó– no fue por casualidad. En Cuba trabajé para que las cosas empezaran a rodar. En Colombia existe el reto de entender cómo juega la política, los partidos, las tendencias, muy polarizadas, que vienen de lejos. A principios del siglo pasado, el conflicto interno problema del país no era la guerrilla, sino los conservadores y los liberales que se pegaban tiros por la calle”. Para centenares de empresarios como Texido y promotores turísticos, la paz abre oportunidades, pero sobre todo, en primera instancia, un alivio. “Todavía no entiendo muy bien por qué, los tres focos más calientes del país –Bugalagrande, Valledupar y Florencia– son donde están ubicadas nuestras fábricas”.
Para este empresario, que ha desarrollado casi toda su carrera en la multinacional suiza, Colombia tiene una gran oportunidad para mejorar: “La educación, los negocios y la estabilidad se dispararán. La paz no sólo permitirá que venga turismo, sino también que los colombianos puedan viajar (sin tantas restricciones): Muchas tierras podrían explotarse agrícolamente. Hay empresas que no vienen aquí porque no tienen confianza. Se abre un potencial de cosas que pueden venir que no ve todo el mundo. ¿Antes de venir, qué imagen se tiene de Colombia? El conflicto, la guerrilla, el narcotráfico… Creo que con el acuerdo de paz, se empezarán a ver otras cosas”.
La oportunidad de Colombia va más allá, es geopolítica, pues el país se enclava en una región con países antes punteros que, sin embargo, están en crisis, como Brasil o Venezuela. “El hecho de tener un país más moderno, mejor organizado y que puede ir adelante, con más tradición democrática, es una ventaja. Posiblemente este es el único país de Latinoamérica que nunca ha tenido un dictador. Su tradición democrática es muy grande. Si la economía se desliga de todos estos problemas y vuelve al nivel de hace pocos años con un crecimiento del 5%-6%-7%, todos los países del alrededor –vaticina– se contagiarán”.