"El camino para mí aún es muy largo"

Robert Redford

The Old Man & the Gun “es la película perfecta para despedirme como actor”, dice Robert Redford sobre su anunciada jubilación. Pero igual no es el último filme. Y esta leyenda viva del cine asegura que seguirá en el mundo del rodaje, como director o productor.

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A pesar de que en persona se le ve fuerte y tan apuesto como siempre, es innegable que el tiempo pasa para todos y cuando el pasado agosto, pocos días antes de cumplir los 82 años, el legendario Robert Redford anunció que se jubilaba, fueron muchos los que no pudieron evitar que se les encogiera el corazón. Pero luego, cuando llegó al Festival de Toronto para promocionar el estreno de The Old Man & The Gun, el filme que se exhibe actualmente en los cines y por el que obtuvo su segunda nominación al Globo de Oro como actor, se tomó el trabajo de aclarar las cosas. Dejó claro que seguirá dirigiendo, que su retiro de la actuación podría llegar a ser temporal y que no piensa abandonar su sitial de gurú máximo en el Festival de Sundan­ce, el acontecimiento dedicado al cine independiente que fundó en las montañas de Utah en 1978 y que con los años se convirtió en la plataforma de lanzamiento de muchas películas pequeñas que llegaron al Oscar.

Durante la conversación con este hijo de un lechero nacido en Los Ángeles, del que se burlaban de niño por sus dientes desparejos, su cabello siempre revuelto y su obsesión por el dibujo, Redford demuestra que sigue siendo el hombre brillante que ha fascinado al mundo, aunque de vez en cuando se nota que no oye muy bien.

“Quería que la última película en la que trabajara fuera inspiradora. Mientras la filmaba no imaginé que se iba a estrenar en un momento tan oscuro para la cultura norteamericana”

¿Cómo fue el momento en que se decidió a decirle adiós a la actuación?

Probablemente cuando acepté The Old Man & The Gun. El último filme que había hecho (Nosotros en la noche) es uno del que estoy muy orgulloso, pero era muy serio, muy pesado, una historia dramática de amor con Jane Fonda. Una película maravillosa pero muy triste. Yo quería que la última película en la que yo trabajara fuera más inspiradora. Mientras la filmaba no me imaginé que se iba a estrenar en un momento tan oscuro para la cultura norteamericana como es este. Creo que vivimos en tiempos muy negros políticamente.

¿O sea que cuando leyó este guion dijo que esta iba a ser su última película?

No, dije que podía ser la última película...

Entonces hay una esperanza...

Es que uno tiene que ser muy cuidadoso al decir que es la última, porque hay veces en que no te queda otro remedio que cambiar de idea. Me parece que esta es la película perfecta para despedirme como actor. Ya tengo más de 80 años.

Pero no es un nunca jamás...

Absolutamente. Nunca digas jamás. Pero por otro lado, he estado haciendo esto desde los 21 años y es mucho tiempo. No es el momento de detenerse porque yo no creo en eso, sólo debes hacerlo cuando has llegado al final del camino, y yo creo que éste sigue para mí y es muy largo. Simplemente voy a cambiar de ritmo y me dedicaré a otras cosas, como producir y dirigir.

Una vez que se haya ido, ¿cómo le gustaría que le recuerde la gente?

Me gustaría que me recuerden por el trabajo que he hecho, tanto en televisión como en teatro y el cine. Y también por mi lucha por la protección del medio ambiente.

¿Siempre soñó con ser actor?

No. Es cierto que empecé a actuar siendo muy joven, pero en realidad desde los 17 sabía que quería ser un artista, y con eso me alcanzaba. Me daba mucho placer dibujar y pintar. Cuando pasé del arte a la actuación me llevó un tiempo adaptarme porque mi pasión por la pintura seguía siendo muy grande y me costó resignarme a que eso iba a ser lo segundo en mi lista de prioridades. Pasó de ser una ambición a un hobby. Lo cierto es que mi carrera como actor llegó mucho más lejos de lo que yo jamás podía haber imaginado.

¿Ha cambiado su relación con la actuación desde sus inicios hasta ahora?

Yo siempre sentí que el oficio era extremadamente importante, desde que comencé. Siempre me interesó conocer el arte de la actuación y ser bueno al llevarlo a cabo. Para mí ha sido un requisito. Por eso les tengo mucho respeto a todos esos actores que se dedican por completo al oficio y están todo el tiempo tratando de mejorar, que quieren ser buenos actores en lugar de ser personalidades. A mí siempre me interesaron más aquellos que se tomaron esta profesión con seriedad. En el caso de The Old Man & The Gun tanto Casey Affleck como Sissy Spacek o Danny Glover no sólo tienen mucha experiencia sino que son muy buenos en lo suyo. Eso hace que cuando trabajamos juntos las cosas resulten muy fáciles y en consecuencia, que sean más divertidas. Lo complicado es cuando te toca trabajar con alguien que no es actor, que no está interesado en el oficio y que simplemente usa su personalidad.

Cuando revisa su carrera, ¿se arrepiente de algo?

Probablemente. Aunque uno tiene que ser cuidadoso con eso. Si pones demasiado énfasis en tus arrepentimientos, se convierte en una carga demasiado pesada. Estoy seguro de que todos tenemos de qué arrepentirnos si miramos hacia atrás. Pero también debemos ver nuestros aciertos. Supongo que arrepentirse es parte del proceso de mirar hacia atrás, pero yo no creo que eso deba jugar un papel muy importante en tu análisis porque de lo contrario puede impedirte que avances. Todos cometemos errores, algunas veces muy grandes. Es parte de la vida. Creo que arrepentirse sólo sirve si alguien ha sido verdaderamente lastimado por algo, y eso no creo que valga para mí.

“En 1965 fue la primera vez que trabajé con Jane Fonda. No hizo falta debatir nuestros papeles o ensayar. Eso es algo que se mantuvo entre los dos a lo largo de los años”

Ha interpretado a varios fugitivos, entre ellos el de La jauría humana. ¿Qué es lo que recuerda de ese filme?

Eso fue en 1965 y fue la primera vez que trabajé con Jane Fonda. Ese es el recuerdo más fuerte que tengo. Ella hacía de mi exmujer y yo de un convicto que estaba tratando de escapar. Y por supuesto también estaba allí Marlon Brando. Pero también destaca el hecho de que Arthur Penn había tomado una historia de Lillian Hellman y la había llevado al cine. Recuerdo lo bonito que fue trabajar con Jane y cómo todo se fue dando naturalmente. No hablamos mucho previamente, no hizo falta debatir nuestros papeles o ensayar. Eso es algo que se mantuvo entre los dos a lo largo de los años. Eso mismo me pasó en esta película con Sissy Spacek, que es una actriz a la que admiro tanto en lo profesional como en lo personal. Con ella tampoco hizo falta prepararse o ensayar, y esa es una cualidad maravillosa cuando estás trabajando con otra persona.

El año pasado falleció Neil Simon, que le contrató primero en Broadway y luego en la película de Descalzos por el parque. ¿Cuán importante fue en su carrera?

Muy importante. Le debo mucho a Neil Simon porque esa fue su segunda obra. La primera fue Gallardo y calavera, que fue también la primera que dirigió Mike Nichols en Broadway. Éramos todos bastante nuevos en aquel entonces. Neil estaba nervioso porque la obra era muy autobiográfica y trataba sobre quien entonces era su esposa, que falleció poco después. Para mí era un desafío porque yo nunca había hecho una comedia. Era algo que quería hacer, sentía que era capaz, pero no había tenido la oportunidad. Me había pasado el tiempo haciendo papeles muy oscuros hasta ese entonces. Cuando surgió la posibilidad de hacer el papel, me di cuenta que eso era lo que yo quería hacer en ese momento. Pero no tenía nada para demostrarles que podía hacer un papel así, y por eso le debo mucho a Mike Nichols, porque cuando hablaba de mí para ese personaje se reían de él y le decían que debía estar bromeando. Mike me había visto en un programa televisivo en el que interpretaba a un psicópata. Le sorprendió que yo pudiera hacer un papel así de una manera tan convincente y que quisiera hacer una comedia. Me invitó para que fuera a una audición a Nueva York y en nuestro primer encuentro se dio cuenta de que no lo hacía mal. Corrió un riesgo al contratarme y lo mismo vale para Neil Simon. Les debo mucho a los dos. Después de esa colaboración, Neil y yo nos convertimos en buenos amigos. Era un hombre muy talentoso, que entendía la importancia de la risa y que sabía cómo generarla. Tenía un talento especial y yo fui muy afortunado de conocerle y de ser su amigo durante tantos años.

“‘Descalzos por el parque’ era un desafío porque nunca había hecho comedia. Era algo que quería hacer, sentía que era capaz, pero no había tenido la oportunidad”

¿Qué otras películas considera que fueron claves en su carrera?

Es una pregunta difícil de responder porque disfruté de casi todas las que he hecho. Obviamente me encantó Dos hombres y un destino. Me lo pasé muy bien haciendo ese personaje y fue un gran placer trabajar con George Roy Hill. Ese fue el filme en el que nos hicimos grandes amigos con Paul Newman y seguimos trabajando juntos para luego hacer El golpe. Si te fijas en Dos hombres y un destino y en El golpe, películas que hicimos muy cerca en el tiempo la una de la otra, verás que nuestros papeles de un filme al otro se invierten. En Dos hombres yo era el hombre serio y oscuro, callado y letal, mientras que él hacía del hombre despreocupado y optimista. En El golpe ese papel me toca a mí y Paul es el más reservado. Me sorprende que nunca nadie se haya dado cuenta de eso. Pero a mí siempre me llamó la atención que pudiésemos intercambiar los roles. Sin embargo, si fuera objetivo, tendría que decir que El golpe es mucho mejor que Dos hombres porque fue una de las mejores películas que se han hecho. Y el mérito es de George Roy Hill. Él fue quien la diseñó, eligió la música, lo hizo todo. Yo hacía mucho tiempo que no la veía, pero hace poco mi hija me propuso que la viésemos juntos y acepté. De verdad me sorprendí, porque es una buena película.

¿Cuán importante ha sido su faceta de artista en su vida?

Ha sido muy importante porque así empezó todo para mí. El arte es lo que separa mi infancia de mi edad adulta, porque cuando era niño estaba obsesionado con dibujar. Cuando estaba en la escuela primaria me costaba mucho prestar atención. Mi mente siempre estaba en otro sitio, mirando por la ventana, pensando en otros sitios a los que podía ir, en los que podía estar. Pasaba el tiempo dibujando, pero en aquellos tiempos, justo después de la Segunda Guerra Mundial, eso estaba considerado como algo trivial. Nadie lo tomaba seriamente. Pero para mí era una pasión. Sin embargo era algo que ocultaba y que hacía debajo de la mesa. Una maestra en tercer grado me descubrió y se dio cuenta de que yo no le estaba prestando atención. Recuerdo como si fuese hoy que me preguntó que era aquello tan importante que estaba haciendo debajo de la mesa. Yo pensaba que ella me iba a castigar cuando se lo mostrara y que los otros estudiantes se iban a reír de mí. Me pidió que pasara delante y que mostrara lo que estaba haciendo. Les mostré a todos mi dibujo, que eran unos bombarderos B-52 que volaban sobre unos vaqueros montados a caballo. Estaban bombardeando a los vaqueros, que les disparaban a unos indios que se caían por un precipicio. Por suerte ella se dio cuenta de que yo tenía talento y que tenía una pasión a la que no mucha gente le prestaba atención. Me propuso un acuerdo: me dijo que si prestaba atención en clase, me iba a dar 15 minutos y papeles para que dibujara algo para el aula. Si ella se hubiese burlado de mí, si hubiera dicho algo terrible sobre lo que estaba haciendo, quién sabe lo que hubiese ocurrido conmigo y mi pasión por el arte. Pero ella me dio una oportunidad para que me viesen los demás y una cuota de respeto. Me permitió seguir por ese camino. Por lo tanto, lo veo como un momento clave de mi vida. Fue cuando me di cuenta de que el arte iba a ser la forma en la que me iba a poder comunicar. Y sigue siendo así. El arte sigue estando presente en mi vida, particularmente cuando dirijo. Entonces uso mis propios diseños para explicar lo que quiero mostrar.

¿Tiene algún proyecto en el que esté trabajando como director?

Sí, pero no voy a contar de qué se trata por el momento.

“Si fuera objetivo, tendría que decir que ‘El golpe’ es mucho mejor que ‘Dos hombres y un destino’ porque fue una de las mejores películas que se han hecho”

¿Qué opina de la forma en la que se hacen las películas hoy en Hollywood?

Para mí lo más importante es el argumento. Luego están los personajes y finalmente lo que me importa es que haya emoción. Una buena película tiene que tener las tres cosas. Siento que lo que ha estado ocurriendo con la llegada de las nuevas tecnologías y el hecho de que a los jóvenes les gusten los efectos especiales es que el cine le ha estado prestando más atención a esas cosas, a las explosiones y los efectos, mientras que los argumentos han quedado a un lado o se han perdido. Pero creo que eso está cambiando y que los argumentos están recuperando su importancia. Es que hay que recordar otras épocas, en que no había una expresión más importante para un niño que “érase una vez”. Cuando yo era pequeño y me decían: “Érase una vez”, mis ojos se cerraban de placer, porque sabía que me iban a contar una historia. Mis padres, para tranquilizarme, siempre me contaban historias. Por eso yo creo que el ar­gumento es extremadamente importante. En el caso de mi última película, es una historia increíble y real. Este hombre realmente existió, robó bancos, se lo pasó muy bien, nunca lastimó a nadie, sonreía siempre y disfrutaba de robar, de que lo metieran en la cárcel y le dieran la oportunidad de volverse a escapar.

¿Y de los cambios que está experimentando la industria del cine?

Que son muy positivos, porque ha cambiado el rol de la mujer. Es muy saludable para la industria que las mujeres jueguen un papel más importante en la realización de las películas. Cuando yo empecé eso no existía. Las mujeres estaban sometidas. Y ahora que eso se ha modificado, no sé si necesariamente por el movimiento #MeToo, ves muchas más mujeres al frente de las películas. Es que eso aporta un punto de vista que en otros tiempos fue completamente ignorado, porque era un mundo dominado por los hombres.

No mucha gente sabe que su militancia por el medio ambiente es igual de importante para usted que su carrera de actor...

Siempre estuve interesado en el medio ambiente. Es algo que comenzó cuando yo tendría unos 11 años y sufrí un caso leve de polio, antes de que Salk descubriera su vacuna. En aquellos tiempos te metían en un pulmón de acero, que era algo bastante escalofriante, pero como lo mío era leve no lo usaron. De todos modos me llevó varias semanas recuperarme, y después de curarme, como premio, mi madre me llevó fuera de Los Ángeles, al Parque Nacional de Yosemite. Fue la primera vez que salía de la ciudad. Cuando llegué y vi semejante belleza, decidí que no me iba a conformar con mirarlo, que iba a querer vivir en un lugar así. Ese fue el momento en que empecé a pensar en la naturaleza y así fue siempre, hasta que llegó un momento en que pude comprarme tierras en las que pudiera retirarme, para que además esos sitios se convirtieran en reservas naturales que no fueran tocadas por el hombre. Me di cuenta de que en Estados Unidos vivimos en una sociedad orientada al desarrollo, que va a seguir industrializándose porque es lo que trae riqueza y fortaleza a nuestro país. Pero también comprendí que si íbamos a seguir haciendo eso, ¿con qué nos íbamos a quedar para poder seguir viviendo? Decidí que el futuro iba a depender de cuánto nos desarrollábamos y cuánto preservábamos para nuestra supervivencia. Como había un desequilibrio tan grande entre las dos cosas me di cuenta de que tenía que comprometerme con la preservación y dar todo lo que estuviera a mi alcance para difundir la necesidad de preservar lo que teníamos antes de que no quedara nada. Si no vamos a cuidar nada, ¿para qué tenemos hijos?

Se ha casado con una mujer alemana, de Hamburgo...

Así es. Me encanta Hamburgo, donde ella nació y se crió. Soy un gran fan de Angela Merkel. La conocí personalmente y pasé algún tiempo con ella. Me impresionó mucho. Berlín también me parece una ciudad increíble. Tiene una historia asombrosa. Me encanta Alemania en general, he estado en muchos otros sitios, como Munich, pero por alguna razón Berlín me parece un sitio muy avanzado y progresista.

¿Qué es lo que le gusta hacer en su tiempo libre?

Muchas cosas. Vivo en las montañas del Oeste, cerca de Sundance. Me encanta cabalgar, escalar, caminar y todas las cosas que tienen que ver con la naturaleza. Tengo también tierras cerca de Santa Fe, en Nuevo México, en donde hay cielos abiertos sin contaminación porque no hay industrias. Es un placer estar allí porque puedo mirar hacia todos lados y lo único que veo es cielo y tierras. Pero también me gustan las montañas. Disfruto de estar en ambos sitios, aunque también es cierto que hay algunas cosas que ya no puedo hacer porque me he hecho viejo. Pero mientras pueda cabalgar, mientras pueda caminar por la montaña, seré feliz. Por suerte todavía no ha llegado el momento en que no pueda seguir haciendo esas ­cosas...

¿Le quedan cosas pendientes?

No, no pienso en esos términos. Yo creo que uno debe de vivir el momento, no en pensar en lo que vendrá. Sobre todo cuando hay un punto en el que uno ya no va a existir. No pienso en eso. Por eso simplemente vivo en el presente.

¿Cree que va a extrañar la actuación?

No lo sé. Será cuestión de esperar y ver qué pasa...

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