“Me apena que mi padre no haya podido ver lo que me ha pasado”

El último día de mi vida: Martín Berasategui

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ILUSTRACIÓN: ORIOL MALET

A micrófono abierto dice que no, que no ha sentido de cerca la muerte. Pero le ha rondado, como cuenta a micrófono cerrado y permite desvelar. Y como le ha rondado, exclama: “¡Es tal la suerte que he tenido en la vida!”. No se acuerda del año, pero sí de que tenía dos estrellas Michelin. Su hija Ane, que andaba por los cinco añitos, se había ido con unos familiares a pasar unos días a Marbella. Se puso un flotador de adulto y se tiró a la piscina. Se escurrió por él y se hundió. Martín Berasategui (San Sebastián, 1960) todavía no sabe quién fue el joven que vio el flotador sobre el agua y se percató de que en el fondo de la piscina había sumergido el cuerpo de una niña. Se lanzó a por ella y la salvó. Martín lo recuerda emocionado. Era un martes, Martín y Oneka, su mujer, hablaron con Ane, vieron que estaba bien y mantuvieron su plan de ir a cenar el domingo a El Bulli, donde tenían mesa reservada. Así que, con el cansancio acumulado de toda la semana, el matrimonio emprendió desde Lasarte el viaje hacia Cala Montjoi. El sueño venció a Martín, y su BMW dio varias vueltas de campana en la autopista. Quedó como un acordeón. Ambos salieron sin un rasguño y se reafirmaron en seguir con su plan, más justificado que antes. Celebraron así su buena suerte con sus amigos de El Bulli, adonde llegaron gracias a la Guardia Civil. “Estamos de viaje, aquí nadie se queda”, reflexiona Martín Berasategui.

Con diez estrellas Michelin, reforzó a finales de año su posición como chef más galardonado de España y el cuarto del mundo, superado por los franceses Joël Robuchon y Alain Ducasse y el inglés Gordon Ramsay. Se emociona y se le ponen los ojos semillorosos al hablar de su padre, Martín, el alma, junto con su madre, Gabriela, y luego su tía María, del Bodegón Alejandro (“Mi universidad”), donde el chef dio sus primeros pasos entre los fogones con 15 años y donde ganó su primera estrella Michelin. Su padre no la disfrutó. Fue atropellado cuando iba en moto y falleció diez años después, tras mucho sufrimiento para él y su familia.

Martín “pequeño” entraba entonces en la veintena. “Si mi aita estuviera aquí ahora no entendería nada. Que estoy en restaurantes por todo el mundo, que salgo en televisión, en los medios, que dono recetas para que la gente sea más feliz en su casa (acaba de publicar La cocina de Martín Berasategui. 100 recetas para compartir en familia)”. Martín padre “alucinaría en colores”, pero sabía que el zurdo, “porque soy zurdo y me llamaba así”, tenía talento y era un luchador. Vaya, que tenía “garrote”, como gusta de decir el chef. Garrote: fuerza, energía, ganas, brío, hambre de hacer algo positivo, alguien que se vacía en todo lo que hace...

Ellos, Martín, Gabriela y su tía María, le dieron el trampolín que le ha llevado “a hacer lo que he hecho” transportando felicidad a los comensales. Como a aquel donostiarra que se presentó un buen día en su restaurante de Lasarte para invitar a sus dos mejores amigos en su última comida. “Fue una de las mejores lecciones de vida que he recibido, por la entereza y la frescura que tenía aquel hombre al que le quedaban horas de vida”.

Martín Berasategui es “un disfrutón y un supertrabajador” que invita a vivir la vida “pasándolo bien. Es un viaje para que te lo pases bien”.

–¿Hay algo más allá?

–Creo que sí. Me imagino algo mejor, si cabe, porque nadie llama ni dice nada, eso quiere decir que se lo están pasando de puta madre.

Pasémoslo bien ya aquí.

1. Si supiera que mañana es el último día de su vida, ¿qué haría? ¿Cómo lo pasaría?

Pasearía por San Sebastián con mi familia, mi mujer, mi hija, mi yerno, mis amigos... Con la gente que más quiero.

2. ¿Qué le hubiera gustado hacer y ya no podrá porque no tendrá tiempo?

Lo único que me da pena en esta vida es que mi padre no haya podido ver lo que me ha pasado. Murió joven. Esta firma (Martín Berasategui) que conocéis es la suya. Hace 26 años decidí que esa iba a ser la firma de mis restaurantes. Todos los restaurantes que tengo por el mundo tienen esa firma o alguna letra de ella.

3. ¿Qué aconsejaría a los que se quedan?

Que esto pasa muy rápido, que disfruten, se lo pasen bien y sean auténticos.

4. ¿Cómo diría que fue su vida?

Mi vida ha sido un sueño.

5. ¿De qué está más orgulloso?

Profesionalmente, de haber tenido diez estrellas Michelin y ser el primer cocinero de habla hispana en el mundo en tenerlas. A nivel humano, el haber conseguido el Tambor de Oro de San Sebastián del año 2005 y convertirme así en embajador de la ciudad más importante del mundo.

6. ¿Se arrepiente de algo?

No.

7. ¿El mejor recuerdo de su vida?

Mi hija Ane.

8. ¿Cuál sería el menú de su última cena?

Me gustaría cocinar a mí y preguntar a los que van a estar a mi alrededor qué platos de Martín Berasategui les gustaría, y se los haría.

9. ¿Se iría a dormir?

Si te mueres, estás dormido.

10. ¿Cuál sería su epitafio?

Fue generoso como persona. No escondió nada e hizo lo que hubiese querido que le hicieran a él.

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