"Traten de conectar con su felicidad interior"

El último día de mi vida: Rafael Álvarez, 'El Brujo'

Vertical

ILUSTRACIÓN: ORIOL MALET

Fue a Madrid para estudiar Derecho, pero entró en contacto con el teatro en los colegios mayores y acabó en la Real Escuela Superior de Arte Dramático. Lleva casi cincuenta años sobre los escenarios convirtiéndose en el Lazarillo de Tormes o el Quijote o con obras sobre san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús, san Francisco de Asís o el Evangelio de San Juan. Rafael Álvarez, El Brujo (Lucena, Córdoba, 1950), dejó hace poco la mística occidental para adentrarse en la oriental y encarnar a quien considera su maestro, Paramahasanda Yogananda, en Autobiografía de un yogui, el libro que Steve Jobs regaló a las cuatrocientas personas que, como Bono o Bill Clinton, asistieron a su funeral.

–¿Hay diferencias entre la mística occidental y la oriental?

–La mística es una; la búsqueda de la conexión con el centro de poder del universo, que según los místicos de todas las religiones está también en el interior de cada ser humano. La mística es transconfesional, porque el lenguaje y la meta son siempre los mismos.

–Usted practica yoga desde hace años, no sólo como forma de autoconocimiento, sino como vehículo místico para la co­munión con Dios. ¿Cómo es su Dios?

–Mi Dios es un misterio que a veces se manifiesta como una ráfaga de emoción, de comprensión, de luz y, luego, desaparece para que le sigas buscando.

El Brujo no ha experimentado la muerte y asegura que “en el fondo” le tiene miedo, “aunque cada vez menos”.

–Creo que le tengo miedo porque los grandes maestros de yoga, que son sabios iluminados, explican que cuando a un pájaro que ha estado limitado en su jaula le abres la puerta, duda y tiembla un poquito antes de iniciar el vuelo hacia un espacio libre, abierto, infinitamente abierto para él. Eso es lo que experimentas ante la muerte, un ligero temblor, pero una vez echas a volar ya no hay nadie para experimentar nada; es solamente consciencia y libertad.

Está seguro de que hay algo más allá de la muerte, que hay un mundo de una dimensión diferente, espiritual y energética. Haría desaparecer el miedo del mundo porque engendra, dice, todos los desastres que tenemos. Trump surge del miedo, como en su día lo hizo Hitler, explica. Lleva la obra del filósofo Esquilo al Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida a mediados de julio.

–¿Qué nos enseña?

–Prometeo encadenado es una obra difícil porque es simbólica. Prometeo se rebela contra Zeus, el padre de los dioses, un dios obsesivo, posesivo, tiránico, cabroncete, machista y patriarcal, porque no tiene miedo a los dioses. El miedo a dios es un obstáculo para la sabiduría. Dios está ahí como un horizonte frente al cual te tienes que entregar con osadía, haciendo preguntas, indagando y rebelándote si es necesario. Ese es el mito del ángel caído.

Rafael Álvarez, El Brujo, recuerda que los antiguos filósofos dicen que el mundo está en el alma, que es tu visión del mundo la que crea al mundo; luego no hay transformación del mundo si no empieza por tu propia transformación.

–A medida que profundizas en tu visión interior, las cosas alrededor se realizan de otra manera y el mundo se te presen­ta de otra manera. Cuando no quieres una cosa y renuncias al mundo exterior y vas al inte­rior, el mundo exterior se pone a tus pies. En cambio, si pierdes el culo para conseguir deseos y pierdes la dignidad, el mun-

do te esclaviza cada vez más.

–¿Qué aconsejaría a quienes quieren cambiar?

–Paciencia, porque es una labor que requiere mucha, mucha paciencia, atención y meditación y confianza en que el cambio llega.

Si pudiera reencarnarse, quizá lo haría, pero sólo en una versión nueva de sí mismo.

–¿Su máxima para la vida?

–Busca la felicidad.

1. Si supiera que mañana es el último día de su vida, ¿qué haría? ¿Cómo lo pasaría?

Con mis seres queridos y meditando tranquilamente. Haciendo yoga, meditación.

2. ¿Qué le hubiera gustado hacer y ya no podrá porque no tendrá tiempo?

Nada. He hecho todo lo que he querido. No se me ocurre que tenga ningún deseo.

3. ¿Qué aconsejaría a los que se quedan?

Que traten de conectar con su felicidad interior y su paz.

4. ¿Cómo diría que fue su vida?

Un regalo maravilloso. Y supera todas las expectativas de lo que yo deseaba.

5. ¿De qué está más orgulloso?

Del esfuerzo que he hecho en algunos momentos para conseguir metas.

6. ¿Se arrepiente de algo?

Sí, pero prefiero no recordarlo. Por lo tanto, no me arrepiento de nada.

7. ¿El mejor recuerdo de su vida?

Cuando conocí a Dagmar, mi mujer.

8. ¿Cuál sería el menú de su última cena?

Nueces, pasas, arroz blanco y un poco de pescado a la plancha.

9. ¿Se iría a dormir?

Me iría a dormir o a relajarme.

10. ¿Cuál sería su epitafio?

Regué el jardín y el agua se fue al mar.

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