“Puede que el día de mi boda sea el más feliz de mi vida”

El último día de mi vida: Zahara

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ILUSTRACIÓN: ORIOL MALET

Madrina de la última promoción de Operación Triunfo (“Intentad conservar siempre vuestra esencia”, les recomendó), musa del indie pop español, colaboradora del programa Likes, autora del libro Trabajo, piso, pareja, que escribió para desahogarse y hablar de la mediocridad de muchas de las relaciones de su generación y de esa conciliación entre trabajo pasional o ausencia de trabajo. Un libro que, según le dijo su madre, deberían recomendarlo, si se hicieran, en los cursos prematrimoniales no religiosos. María Zahara Gordillo Campos (Úbeda, Jaén, 1983) lleva preguntándose toda la vida cómo es, y carece de respuesta.

–¿Es la misma la de ahora que la de antes del nacimiento de su hijo?

–No, eso sí que lo sé. Antes tenía todo el tiempo del mundo para mí, para mis decisiones, para mis silencios, para aburrirme, lo que es buenísimo para llegar a componer. Ahora tengo el cerebro partido, como esos discos duros. Cada uno trabaja en una cosa, pero siempre están conectados.

Canta que se morirá de ganas de decirte que te voy a echar de menos, pero con los años se ha dado cuenta de lo fácil que es no echar de menos. “El dramatismo adolescente se convierte en autocontrol y al final en desapego. Me parece tristísimo, pero tengo que reconocer que soy capaz de reponerme mucho más fácilmente ahora y dejar de echar de menos antes”, explica desde Gales, donde ha grabado su próximo disco.

Para Santa, su último álbum, se volvió a leer el Nuevo Testamento para inspirarse. No cree en Dios, pero ha creído mucho. “Rezaba un padrenuestro antes de acostarme hasta que tuve unos 15 años”, recuerda. Pero cuando estudió Cultura Religiosa en el instituto, se dio cuenta “de que todas las religiones eran la misma, pero cambiando el nombre de los protagonistas, y me sentí decepcionada. Cuando llegó la filosofía a mi vida aprendí que las respuestas que buscaba no estaban en lo divino, sino dentro de mi propio cerebro, en las preguntas que aún no sabía formularme. Y me apeteció indagar y buscar ahí”.

Zahara intenta construir su vida sobre la bondad, la empatía, el respeto y el humor. Cree que hemos pasado por una etapa de terapias que nos decían que teníamos que encontrarnos a nosotros mismos, ser nosotros mismos, hacer caso a nuestros deseos y opiniones; “y, mira, creo que ya tenemos demasiado de eso”. Ahora, sentencia, mucha gente sólo se escucha a sí misma “y necesitamos gente que escuche un poquito también a los demás”. Ha pensado muchas veces que se moría, y recuerda un viaje en avión asaetado por las turbulencias.

–Pensé, voy a morir. OK. Este es el final. Miré hacia atrás y vi todo lo que había vivido, me dio pena dejar una vida tan bonita, pero también pensé, mira, lo has hecho bien.

–¿Le da miedo?

–La muerte me da pavor. De hecho no pienso en ella porque si no me paralizaría. Pienso en mi muerte, en la de mis seres queridos, y me da muchísimo vértigo. Luego pienso que qué hago poniéndome ahí, respiro y se me pasa.

No cree que haya “absolutamente nada” más allá. No se reencarnaría en un personaje histórico, porque si lo hiciera sería para ir hacia delante.

Zahara vive y respira.

“Puede que el día de mi boda sea el más feliz de mi vida”

1. Si supiera que mañana es el último día de su vida, ¿qué haría? ¿Cómo lo pasaría?

Siempre me han impresionado aquellos personajes en la ficción que cuando llega su último día lo han preparado todo perfectamente. Se han despedido de sus allegados, han dejado resuelto el futuro de sus hijos, les han dicho las frases inspiradoras que necesitan para enfrentarse al futuro y cierran su vida con calma y tranquilidad enfrentándose sin miedo a lo que viene y se preparan una cena increíble, la que saben que será la última cena. Pues bien, yo no soy de esas personas.

2. ¿Qué le hubiera gustado hacer y ya no podrá porque no tendrá tiempo?

Me habría gustado aprender más idiomas, tocar más instrumentos y bailar. Esto último ya no es por falta de tiempo, sino de flexibilidad, pero me habría encantado ser bailarina de lírico o clásico. Y ser psicóloga y atleta profesional. Pintar. Y leer más. Por mucho que ahora me pusiera a leer todos los días durante el tiempo que me queda jamás me terminaría la lista de libros que tengo por leer. Tendría que haber empezado antes.

3. ¿Qué aconsejaría a los que se quedan?

Sólo me gusta dar consejos a quienes me lo piden. El mundo está lleno de gente que da sus consejos sin que se lo pidan, y es de las cosas más molestas que hay.

4. ¿Cómo diría que fue su vida?

Feliz y completa. Tengo un hijo increíble, un marido bueno y atento, un trabajo con el que me siento realizada. No puedo pedirle más.

5. ¿De qué está más orgullosa?

Lo hablaba ayer con mi marido. Recordábamos esos primeros conciertos con veinte personas, esas horas en bus para llegar a cualquier lugar a tocar, el no comer o dormir, las peleas conmigo misma, los continuos dilemas… Y ver como todo eso me ha llevado adonde estoy, como ahora soy tan feliz haciendo lo que más me gusta me llena de satisfacción. Miro atrás y digo, quién nos

lo iba a contar, eh, querida.

6. ¿Se arrepiente de algo?

De muchas cosas. Sobre todo, de no haber tenido los ovarios de plantarme con Universal y decirles cómo quería las cosas y que se hubiesen hecho de otra manera.

7. ¿El mejor recuerdo de su vida?

Por suerte, tengo muchísimos. Pero el día de mi boda un amigo me preguntó si era realmente el día más feliz de mi vida y miré a mi alrededor, vi sólo a gente buena disfrutando de mi compañía, a mi recién marido sonriente a mi lado, me sentía bonita, afortunada y pensé, pues igual sí. Puede que sea el día más feliz de mi vida.

8. ¿Cuál sería el menú de su última cena?

Creo que sin querer respondí a eso en la primera pregunta.

9. ¿Se iría a dormir?

Me imagino diciendo: “Voy a estar despierta toda la noche para no perderme ni un segundo de lo que me queda de vida”, pero acabaría dormida a los cinco minutos.

10. ¿Cuál sería su epitafio?

No tendría.

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