“Soy muy de gritar”

Carmen Machi

La actriz madrileña, de 53 años, ha participado este año en cinco películas que podrían situarla en la antesala de premios importantes. La última de ellas es una comedia basada en hechos reales. En 'Villaviciosa de al lado', título del filme, toca la lotería en el burdel en el que trabaja, y ningún parroquiano quiere cobrar el décimo para ocultar sus andanzas por allí.

Vertical

¿No ha sido un año agotador?

Intenso. Pero yo ya me niego a que los personajes se vengan a casa conmigo. No es fácil, pero te quitas la ropa, te desmaquillas y a resetear hasta el día siguiente. Me limpio a diario.

Va por su tercera prostituta este año…

No tienen nada que ver entre ellas. Sólo la soledad que las acompaña, pero una echa en falta el amor que reparte y no tiene y otra lleva el día a día con una envidiable ligereza. En el fondo, ¿quién sabe cómo son las vidas de los demás?

¿Como actriz necesita esos datos?

Pero los justos. Cada ser humano es un universo tan alucinante…

¿Prefiere sobrecoger o hacer reír?

Las dos cosas modifican al espectador, así que ni me paro a pensar en ello. Para mí la satisfacción es la misma. La comedia es muy complicada, de difícil equilibrio. El drama te mantiene el alma de punta, y sientes que lo que te pasa es muy probable que le ocurra al espectador también. No hay diferencia ni palpable ni asumible.

¿Olfatea un éxito de lejos?

Creo que sí. He estado en manos de los mejores guionistas de comedia del país, cuando trabajaba en televisión. Detecto cuando algo no fluye, no tiene ritmo o el golpe de gracia no es bueno. Esto lo cazas a la primera. En el drama es más difícil.

¿No le teme a la sobreexposición?

Ni lo pienso ni quiero pensarlo, pues no traería nada bueno. Lo percibo cuando me lo preguntan. Y me incomoda.

¿Cómo se refresca del cine?

Haciendo teatro.

¿Ha probado a pasar un día en un spa?

(Risas) Sí. Y está muy bien. Pero no sé si mejor que hacer Juicio a una zorra o La autora de las meninas que estreno en unos meses. Digamos que son asuntos que juegan en diferente liga.

¿Cuánto ha cambiado desde su primer personaje, hace veinte años?

Tampoco tanto. Mi trabajo siempre ha sido prioritario, y los mimbres por los que quería ser actriz se mantienen. La diferencia es que antes no sabía lo que haría mañana y ahora sí. Antes no me perturbaba la incertidumbre, ahora sí.

Aparte de eso, ¿qué le inquieta?

No quiero hablar de política. No puedo más. Intento que cada día sea hermoso, pero como comienzo leyendo la prensa, pues... mal. Estamos en un permanente desasosiego. Nunca en calma. En el día a día me enfadan muchísimas cosas, pero las resuelvo a mi manera. Pego cuatro gritos y ya está. Soy muy de gritar.

¿Y de qué disfruta?

De Rafael Nadal cuando está pleno, del Real Madrid. Del silencio. Adoro la quietud cada vez más. Y de una copa de buen vino tinto, con ella cerca pueden pasar cosas maravillosas.

¿Cómo es su casa?

Vivo en el centro de Madrid, en Malasaña. Es de 1900. Con techos altos y muy luminosa. Me gusta mucho mi barrio; disfruto mirando desde el balcón.

Si se pierde, ¿dónde hay que buscarla?

Encuentro la paz, la armonía y la felicidad en Caños de Meca (Cádiz). Me equilibra y me hace dormir, que es uno de los grandes placeres.

Un objeto imprescindible.

Una cama cómoda.

¿Urbanita o de campo?

Me gusta la ciudad, Soy carne de asfalto.

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