"Ahora soy más honesto y no temo mostrarme vulnerable"

Jamie Cullum

Con su flamante octavo disco de estudio, Taller, bajo el brazo, este británico de Essex pasará parte del verano de gira con paradas en el festival de Cap Roig (Calella de Palafrugell), Marbella, Madrid y Donostia, entre otras citas. Un mago del directo con 10 millones de álbumes vendidos en 20 años de carrera. El niño prodigio del jazz se ha hecho mayor.

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¿Qué hace para tener el mismo aspecto que hace dos décadas? ¿Genética o cosmética?

No me diga eso, que ahora por fin, a los 39, me voy acercando a mi edad. Cuando tenía 16 años parecía que tenía 9 y con 21 aparentaba 15.

El álbum se titula Taller (más alto). ¿En qué cree que ha crecido?

Es una canción que escribí a mi mujer (la modelo Sophie Dahl), que es mucho más alta que yo, aunque en mi relación con ella espero estar a la misma altura. He crecido en cuanto a que soy más honesto y no temo mostrarme vulnerable si algo me preocupa.

¿Necesitaba que sus seguidores le conocieran mejor?

Sí, pero me llevó tiempo. Hace unos cuatro años pasé por una etapa difícil, fallecieron personas muy importantes para mí, hubo enfermedades y he necesitado tomar distancia para componer una música que representara ese nuevo momento más sincero.

¿Por qué cree que el público se entrega tanto en sus conciertos?

Porque yo también lo hago y perciben la sinceridad. Intento ser espontáneo, libre y no tener miedo al fracaso. Y crear una sensación de comunidad que transmita felicidad y euforia. En esta vida tan mediatizada por los móviles, el directo nos permite reconectarnos.

¿Qué le ronda por la mente estos días?

¿Aparte del Brexit? Pienso en qué transmitirles a mis hijas para que sean lo más felices posible. A eso, en mi caso, se llega a través de la curiosidad por cuanto nos rodea. Así veo que nos une mucho más de lo que nos separa.

¿Qué no le gusta tener cerca?

Demasiada información me agobia. Sólo escucho las noticias una vez al día. Y no llevo conexión a redes sociales en el móvil porque me distrae demasiado.

En uno de sus temas afirma que vivimos en “la edad de la ansiedad”.

Se ha instalado en nuestras vidas por la falta de empatía y lo poco que nos comunicamos entre nosotros. Antes nos apoyábamos y nos dábamos consejo. Ahora el contacto es compartir la vida por las redes. Es normal que tengamos ansiedad. Y si no le echamos humor a la vida, estamos perdidos.

¿Qué ha dejado atrás junto al niño prodigio que fue?

Entonces quería complacer a todo el mundo. Ahora sé que es imposible. He aprendido a disfrutar del proceso creativo y no obsesionarme con que eso hay que publicarlo y promocionarlo.

¿El jazz sigue siendo su eje central?

Siempre lo ha sido. Tengo un programa de radio en la BBC sobre ese género. El jazz, al componer, te da muchos colores, pero a veces sólo necesitas azul y verde. Si lo buscas no lo encuentras y cuando te relajas aparece de pronto Cole Porter en lo que escribes, o Dylan, al que ahora escucho mucho. O coros de góspel.

Y luego están esas improvisaciones sobre temas actuales llevados al jazz...

Me lo paso de maravilla. Me levanto un día con un tema en la cabeza y trato de hacer una versión. A veces salen cosas nefastas pero si te lo curras a veces te sorprendes. Soy así; me muevo por instinto y eso para el trabajo es estupendo; para el día a día no tanto.

¿Qué le resulta imprescindible?

Mi familia y poco más. un buen libro y un sillón me basta

Un placer cotidiano 

escuchar música con mi mujer tomando un vino o un tequila

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