En La sed habla de vampirismo, seres humanos aficionados a beberse la sangre de sus congéneres. ¿Qué le atrajo de tan morbosa enfermedad?
En la figura del vampiro convergían el mito y la ciencia, el relato de terror con los datos clínicos. Es un poco lo que yo intento con mis libros: conectar con los miedos más profundos, como en una fantasía gótica, y hablar también de la sociedad actual. Hay vampiros de muchas clases: en el trabajo, en las relaciones… El llamado síndrome de Renfield sirve de metáfora de muchas cosas, pero yo lo veo como un intento de poseer al máximo al otro. Beber la sangre de alguien es la conexión más salvajemente íntima. Los amantes saciados se preparan café por la mañana porque no pueden servirse la sangre mutua.
Creíamos que el alcohol era el gran demonio que rondaba a Harry Hole, pero quizá sea más perniciosa su falta de fe en la felicidad y un sentido del deber tirando a esclavizante.
Cuando las cosas le van bien, Hole se siente caminando sobre una fina capa de hielo a punto de resquebrajarse. Y aunque se considera un outsider de la sociedad, la comprende y se siente a su servicio. Me llama la atención esa gente capaz de anteponer la necesidad del colectivo a la propia. Como la primera expedición humana a la Luna. Parecía una misión suicida y sospecho que, aunque los cosmonautas hablaban de aventura, en verdad albergaban una sensación de responsabilidad social muy acusada.
¿Hasta qué punto vuelca en su policía dilemas personales?
Hole no me sirve de terapeuta, aunque lo que escribes sale de tu interior y transfieres a tu personaje tanto tus conflictos como tu bienestar y euforia.
¿Qué responde a quienes ven demasiada oscuridad en sus novelas?
Por crudos que sean ciertos pasajes, creo que todos los libros de Hole tienen una historia de amor en su centro. La gente quizá se sorprendería si supiera lo optimista que soy y lo mucho que creo en la bondad humana.
¿Algún lema a la hora de escribir?
Creo que cada página, ya refleje acción o pausa, debe vibrar de algún modo, mantener anclado al lector, satisfacer su necesidad de descubrir algo nuevo. Una novela de quinientas páginas te permite hacer mucho más que una canción de tres minutos, pero ambas coinciden en establecer una comunicación con el receptor que ha de ser fluida e íntima.
¿Actúa con su banda de rock Di Derre?
De vez en cuando. Hubo un momento en que conseguimos algo de éxito y decidimos no profesionalizarnos. Perdía emoción. Ahora nos reunimos sólo esporádicamente y por placer.
Escribe cada novela con música. ¿Qué hay en la playlist de la próxima?
Mucho Wilco y Los Ramones.
¿Con qué autores de género negro se siente más en deuda?
Edgar Allan Poe, Conan Doyle, Raymond Chandler, Jim Thompson y muchos más.
¿Por qué le atrae la escalada?
Vacía mi mente. Allí sólo Existen mi cuerpo, la montaña, el equipo y el cielo.
Una serie que haya disfrutado.
Black mirror.