"Entre la felicidad y la escritura, yo me quedo con la segunda"

Karl Ove Knausgård

Escritor. La conversión de la propia vida en un ejercicio literario de ambición desmedida y tono confesional ha hecho de Knausgård (Oslo, 1968) una de las figuras más estimulantes y controvertidas de la narrativa europea de los últimos años. Ahora llega a las librerías el quinto volumen de su ciclo "Mi luch"a con el título "Tiene que llover" (Anagrama/L’Altra Editorial).

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Se insiste en la idea de catarsis a la hora de definir sus libros. ¿La comparte?

No. Para mí escribir es una forma de pensar y también de desaparecer. Al entregarme a buscar las palabras que necesito, todo a mi alrededor se esfuma, nada existe fuera del texto en marcha.

¿Está harto de que le alaben o le critiquen por compartir tantas intimidades con el lector?

La gente se me ha acercado con frecuencia a decirme lo duro que me habrá resultado revelar tanto acerca de mí mismo, pero yo siempre he visto mi vida como un medio, sólo el material a partir del cual desarrollar el proceso de escritura. Jamás pensé en aspectos como mi honor o lo que los demás pensaran de mí. En el fondo, mis libros no versan sobre mi vida, que es de lo más corriente, sino acerca de cómo vivimos hoy, cómo construimos nuestra identidad y acabamos siendo quienes somos y pensando como lo hacemos…

Es padre de cuatro hijos, aún pequeños. ¿Le preocupa que en el futuro pueda dolerles leer algún pasaje autobiográfico de su padre?

Deseo de todo corazón que sean capaces de entenderme y, si llega a afectarles negativamente algo de lo que he escrito, que encuentren el modo de perdonarme.

¿Le gustaría que siguieran su camino?

No me gustaría que fueran artistas, por mucho talento que atesoren, si eso les tiene que reportar alguna preocupación. Entre la felicidad y la escritura, yo me quedo con la segunda porque no sé vivir de otro modo y la necesito, pero para ellos quiero la primera.

¿Cómo se desahoga?

Tras acabar Mi lucha y lidiar con el escándalo que le supuso a parte de mi familia y de la sociedad noruega, me sentía deprimido, y el médico me diagnosticó “agotamiento mental”. Comencé a pintar como terapia y lo hice de forma obsesiva durante dos meses.

¿Cuáles son sus autores de cabecera?

Ufff… tantos. Henry James y Paul Celan, por ejemplo, por citar sólo dos. Ulises de Joyce fue el libro más importante a la hora de enseñarme que se puede escribir sobre cualquier cosa, yo lo veo casi como un manual de escritura. Pero cuando me siento alicaído, me sumerjo en la novela negra.

¿Qué locura volvería a hacer?

Fundar Pelikanen, la pequeña editorial que en el 2010 lancé con mi hermano y un amigo. Perdemos dinero a espuertas, pero estamos orgullosos de sacar títulos que nos parecen maravillosos.

¿Qué efectos extraños ha tenido la celebridad en su vida?

Ya no me pongo nervioso al hablar delante de cientos de personas, algo que habría sido impensable para mí pocos años atrás. En cambio, me puede la timidez en las cenas en petit comité tras los actos públicos. Lo bueno es que, si me quedo callado, ahora se imaginan que estoy absorto en pensamientos interiores de calado, cuando antes me consideraban un idiota.

¿Qué le evade por completo?

Además de escribir, jugar a fútbol y pescar.

¿Toca algún instrumento? 

La batería, aunque no soy precisamente un virtuoso.

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