"No se trata del cambio climático, ¡necesitamos cambiarlo todo!

Margaret Atwood

La escritora canadiense (Ottawa, 1939) es una de las mentes más lúcidas e inquietas del panorama literario de los últimos 50 años. Además, es conocida su lucha por los derechos de la mujer y en defensa del medio ambiente y su faceta de inventora, por ejemplo, de un método de escritura robótica. Su última novela traducida es 'Por último, el corazón' (Salamandra).

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¿Qué ha sido lo más crucial para mantenerla escribiendo durante tantas décadas y a tan alto nivel?

Una combinación de curiosidad (por el mundo), deseo (de escribir) y pánico (a no salir a flote). También colaboro con obras de caridad y ayudo a grupos de presión que defienden causas justas. Al no tener un trabajo, no me pueden despedir (colocar aquí un emoticono sonriente y otro ceñudo).

¿En qué estado diría que se encuentra hoy el feminismo?

Diría que sigue luchando en algunas de las mismas batallas de siempre, pero con renovado vigor en los ámbitos de la violencia, el asesinato y la violación.

¿Cómo puede un escritor/a influir en la lucha contra el cambio climático?

Decir a un escritor sobre qué debe escribir y cómo es una mala idea. Lo mejor es cuestionar ese tema a cada ciudadano. Y decirle: “Únete a una oenegé o haz donativos, presiona para que los planes de estudio aborden el problema, compra alimentos orgánicos...”. No se trata del cambio climático, ¡necesitamos cambiarlo todo! Para mantener el planeta con vida y con nosotros dentro.

¿La elección de Trump es la prueba definitiva de que incluso la ficción especulativa a veces se queda corta?

Todavía no. A menos que Estados Unidos suprima la Constitución o desmantele el Supremo, pervivirá algún tipo de protección. Si la situación se pareciera en exceso a 1984, sería fatal para los negocios y el turismo, por lo que puede que den marcha atrás a tiempo.

¿Escribir sobre el deseo sexual con la franqueza que muestra en Por último, el corazón sigue siendo tabú?

No. Mire el éxito de Cincuenta sombras de Grey, si es que sirve de indicador.

Mucha gente la tilda de visionaria, y usted reitera que mucho sobre lo que ha escrito ya estaba ahí. ¿Se trata de prestar atención?

No hay un único futuro. Hay muchos futuros posibles. Nadie es capaz de predecir cuál conseguiremos. El número de variables es demasiado extenso.

¿De qué progreso tecnológico teme no llegar a disfrutar en vida?

Probablemente me pierda el procesamiento completo de carne de laboratorio (lo que beneficiaría a los bosques, por ejemplo, al reducir el pasto requerido).

Se muestra muy activa en Twitter. ¿Qué le parece el medio?

Como cualquier tecnología facturada por el ser humano, tiene su lado bueno (ayuda a propagar buenas causas), su lado malo (noticias falsas, acoso) y un lado estúpido imprevisto (enlaces a vídeos de gatitos).

Usted confesó que jamás deja leer a su marido sus obras antes de publicarlas. ¿Eso explica su larguísimo matrimonio?

¡Ja, ja! ¡Sin duda contribuye! ¿Por qué iba a colocar al pobre hombre en tal aprieto? Siempre separo lo profesional y lo familiar.

¿Cuáles son sus escritores de cabecera?

Buen intento, no voy a picar.

¿Qué música suele escuchar?

Un poco de todo. Beethoven y Mozart, algunas óperas de Bellini y Verdi, country y folk, el primer Van Morrison...

¿Enganchada a alguna teleserie?

A varias, pero las veo con los cofres de temporada, pues detesto los anuncios.

¿Algún hobbie?

La jardinería y el dibujo. Antes, el senderismo e ir en canoa.

Su paisaje más preciado.

El norte de Canadá. Es adictivo.

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