Pablo Carbonell "Hay que malvenderse para hacer reír"

Músico, humorista, actor... y ahora, novelista. Tras escribir su autobiografía, que llevó a los teatros, este polifacético madrileño del 62 firma su primera novela, Pepita. Una heroína entre depredadores humanos y cerdos ibéricos, ambientada en las dehesas donde estos se crían. Al tiempo, tiene nuevo disco y gira musical con su legendaria banda Los Toreros Muertos.

Qué le disgusta perder de vista.
El horizonte, mi perro en la terraza y mi ilusión por ser belén esteban en un biopic.

Un lugar por visitar.
Las Galápagos. Soy darwinista.

Con tanto trabajo... ¿quiere destrozar su leyenda de hedonista diletante?
Qué vida tan dura, ¿verdad? Mi espíritu iconoclasta me ha dado una patada y me ha sacado de debajo del cocotero. 

¿De dónde salió Pepita?
Como Venus, de una concha. Soy un Botticelli, pero sin el antropocentrismo renacentista. El cerdo ibérico nos ha movido la silla del centro de la creación. De los cerdos se aprovecha todo, y de nosotros, cada vez menos. Como no vuelva el canibalismo, vamos hacia la irrelevancia. Perdone que me ponga trágico. La culpa es de Jonathan Swift. 

¿Se infravalora el humor espabilado en tiempos de tertulias políticas?
El humor siempre estuvo de saldo. Nadie se toma al humor en serio. Hay que malvenderse, ser un altruista para hacer reír. Antes la humorada se vendía en tarritos; hoy los humoristas sueltan canastos de chistes, graciosos o no, que se miran con la lupa de lo que puede permitirse o debe castigarse en redes.

¿Cómo es la carcajada que asusta al poder de la que habla en su libro?
La solemnidad, la pompa y el boato son escudos que sólo pueden atravesarse con una carcajada llena de humanidad. 

¿Faltan Pepitas estos días?
Andamos escasos de heroicidad. Pepita debe enfrentarse a un mundo embrutecido por la codicia. 

¿Qué le da más miedo: Vox, las redes sociales o la báscula?
¿Vox? No me suena. Seguro que se refiere a los amplificadores de guitarra, que creo que hacen mucho ruido. Las redes están llenas de fundamentalistas, salvapatrias y posturas caciquiles. Hay que tener cuidado y no dejar que nos influyan, porque la ingenuidad es causa de mortalidad. Me quedo con la báscula. 

¿Por qué escribió su autobiografía?
Por dinero. No estaba convencido, pero trinqué un adelanto y no hubo vuelta atrás. Escribí El mundo de la tarántula con las tripas al aire. Lo curioso es que el libro se convirtió en mi amigo, me escuchó, me perdonó y me secó muchas lágrimas.

Defina Estruendo folklórico, el nuevo disco de Los Toreros Muertos.
Charanga, punk y gimnasia.

¿Cuál es el estado de la banda?
Estable con tendencia a la hecatombe. Inmersos en el acervo popular: himnos a ciudades, comidas... todo revisado con pasodoble, vals, copla, rumba. El espíritu de Los Toreros, con un tono verbenero. 

¿Qué le subleva?
El imperio del orden doméstico.

¿Con qué detesta perder el tiempo?
Buscando el móvil.

¿Qué hace cuando se enfada?
El buey solo bien se lame. Un ratito. 

¿Un mantra para los malos tiempos?
Superé una crisis con las declinaciones latinas. Funcionan de maravilla. 

¿Qué le devuelve la sonrisa?
La férula de descarga.

¿Qué música escucha y cuál detesta?
Escucho a los Beatles y no soporto el flamenco falso.

¿De andar por casa o de salir por ahí?
Mi estado ideal: la transportación.

¿Cómo definiría su casa?
Si está mi mujer es como un centro de la KGB en época de Stalin.

Un lugar al que no volvería.
A Nueva York en Navidades.