''Si trabajas en una librería acabas haciendo de celestina de los clientes''

Petra Hartlieb

LIBRERA Y ESCRITORA. Petra Hartlieb (1967) era crítica literaria hasta que un día se le ocurrió reabrir en Viena una vieja librería, escenario de su obra Mi maravillosa librería y que se venera como lugar de peregrinaje. Su nuevo trabajo, Invierno en Viena, editado por Siruela, cuenta las tribulaciones de una niñera en la Austria de hace un siglo.

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Sigue enamorada de las librerías.

Las amo, y en cada obra que escribo aparecen, es de lo único que entiendo.

En su primera obra, la librería era el símbolo de una aventura. Ahora es como una burbuja para aislarse del frío y que propicia el amor.

Hay gente que se conoce a través de los libros. Una mujer y un hombre quieren comprar el mismo libro de recetas, pero sólo tengo un ejemplar. Tuve que hacer de celestina. La librería es un lugar para conocer gente. Como pensé que Marie tenía que vivir una historia de amor, pensé que tenía que ser con un librero.

¿Cómo decidió viajar a la Viena de hace un siglo, a la casa del dramaturgo Arthur Schnitzler?

Elegí esa época porque es una de las más interesantes de la ciudad, con figuras como Freud, Schnitzler… Y además tengo un abono para ir al Burgtheater, he visto muchas de sus obras... Y el tercer motivo es porque vivo en el mismo barrio de la casa en la que vivió el dramaturgo. Paso por ella casi cada día y nunca me había dado cuenta. Un día empecé a fantasear.

¿Y ha estado dentro de la casa?

Sííí. Había pasado muchas veces por delante y un día me pregunté quién vivía ahí. Escribí una carta y la metí en el buzón. Tres días después una señora mayor y muy seca me llamó diciendo: “Puede usted pasarse por mi casa”.

La novela es cortita, ¿el lector se queda con ganas de más?

El segundo tomo ya está listo y se publicará en Alemania en primavera. Estoy condenada a seguir, pero ya le he dicho a mi editora que no voy a escribir veinte libros.

Zweig dibujó muy bien la cartografía general de la Viena finisecular. Usted escoge la lupa de la cotidianidad.

Zweig describe esa Viena perfectamente y no hay que reinventar la rueda en ese sentido. Yo prefería narrar lo que pasa dentro de una familia, narrar la discrepancia de Marie, que es católica, con la de Schnitzler, que es un judío ilustrado.

Es escritora, es librera… ¿Cuántos títulos puede leer a la vez?

Tengo un libro para el tranvía. Uno en la cocina para el mediodía, otro al lado de la cama para la noche y, como mínimo, suele haber uno en el aseo.

Si tuviese que elegir un café histórico de Viena, ¿con cuál se quedaría?

Con el Bräunerhof, donde acudía el dramaturgo Thomas Bernhard.

Pero allí los ober, los camareros, son muy estirados, ¿no?

Es que tiene que ser así. Una cafetería en Viena que merezca la pena se caracteriza porque no haya cambiado prácticamente nada en cien años y porque los camareros traten a todo el mundo de manera muy seca.

Leyendo este segundo libro, recordaba un poco a las historias neoyorquinas de Edith Wharton… ¿En qué escritor o escritora le gustaría reencarnarse?

Una autora tipo Jane Austen. Escritoras contra las convenciones de la época, que no lo tuvieron fácil por ser mujeres.

SI NO VIVIERA EN VIENA...

EN ITALIA O en ESPAÑA, un lugar DONDE HAGA MÁS CALOR.

¿Qué le sorprende?

Que vengan lectores de muy lejos a ver mi librería.

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