“Cualquiera de nosotros puede ser el próximo en subir a una patera”

Romain Puértolas

ESCRITOR. Nacido en Montpellier en 1975, ex coordinador de vuelos, exdj y policía en excedencia, explotó comercialmente con su novela "El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea", que será llevada al cine. Ahora presenta "Todo un verano sin Facebook" (Grijalbo), parodia de novela negra en un pueblucho americano y con una singular investigadora.

Vertical

¿Acepta de buen grado que lo suyo es la “novela de buen rollo” con mensaje?

Sin duda. Mi intención es que la gente se divierta con mis novelas, añadiendo una moraleja. Todo un verano sin Facebook parte de una premisa policial para hablar de la aceptación de uno mismo. Mi protagonista es mujer, negra y obesa, y estos obstáculos aparentes serán el origen de su fuerza, su lucha contra los estereotipos.

¿La cualidad de fábula de sus obras le sitúa contra el cinismo que nos rodea?

Yo no huyo de la violencia y la crudeza del entorno, pero las abordo con humor, edulcorándolas para desactivarlas.

¿De qué manera quiso desmontar los tópicos de la novela policiaca en Todo un verano sin Facebook?

Me divierte mostrar al lector las diferencias entre las teleseries policiacas y la realidad del trabajo policial. Mi condición de inspector jefe de policía me ha permitido ver cómo la gente nos pide una orden de registro, algo no tipificado en el Código Penal francés. La mayoría de los colegas del cuerpo optan por la novela de género negro pura, pero yo me he inclinado por lo desenfadado.

Su teniente de policía recuerda a las protagonistas del universo de Fargo. ¿Fueron su fuente de inspiración?

Yo, la verdad, apuntaría más hacia Los diez negritos de Agatha Christie. En vez de en una isla yo he colocado la acción en un pueblo remoto y aislado de la América profunda, donde ni siquiera se dispone de una buena cobertura.

“El esnobismo literario y cultural es una plaga tan nefasta como el analfabetismo”, dice su protagonista. ¿Lo suscribe al ciento por ciento?

¡Claro! Aquí el personaje me sirve de altavoz. La gran riqueza cultural de Francia provoca que en ocasiones demos muestras de endiosamiento. Debemos desacralizarnos y desmitificarnos un poco. Visito muchas escuelas e insisto a los chavales en que los escritores son unos tipos que van con pantuflas en casa, y que vender un millón de ejemplares no te convierte en un genio ni tener pocas ventas supone ser un asco.

¿Está familiarizado con la América profunda que retrata en la novela?

La localización es anecdótica. Mi América profunda es tan local y metafórica que se vuelve universal, podría ser perfectamente una Francia profunda o una España profunda.

¿Cómo se pasa de ser coordinador de vuelo en el aeropuerto de Barcelona a limpiador de tragaperras en Brighton?

En aquella etapa me propuse cambiar de trabajo cada dos años, a la menor señal de aburrimiento. He aprendido de cada experiencia y se han filtrado en mis libros. He huido del anquilosamiento y del arraigo como de la peste.

¿Qué aprendió como policía especializado en inmigración ilegal?

Que cualquiera de nosotros puede ser el próximo en tener que subirse a una patera. Y que cuanto hemos adquirido en nuestra vida es una ilusión.

¿Por qué escogió Málaga para vivir?

Por dos razones: ¡Mi mujer es andaluza, y tiene un aeropuerto internacional!

¿Sigue ejerciendo de dj?

Lo dejé muy joven, pero a veces me tienta desempolvar los platos.

¿Tiene algún hobby?

Escribir y leer.

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