“No se les escapa nada”

Ginés García Millán

Actor, interpreta dos nuevas series televisivas: 'La verdad' y 'La catedral del mar'

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Foto de Sergio Parra

Murciano de Puerto Lumbreras y recién aterrizado en los cincuenta, Ginés García Millán es uno de los rostros televisivos más populares gracias a series como Herederos, La señora o a su encarnación de Adolfo Suárez en la biografía televisiva del que fue presidente del gobierno. Dos nuevos trabajos en este medio están a la espera de estrenarse: La verdad –sobre los secretos de una misteriosa familia– y la adaptación del best seller La catedral del mar.

De amplia trayectoria en cine y teatro, el destino le ha llevado a encarnar, en dos ocasiones y con 15 años de diferencia, al famoso Juan Tenorio, paradigma del seductor. “Por eso creo que puedo decir que, de joven, se es romántico sin conocimiento de causa, y de mayor, con todas las consecuencias. La diferencia debería ser un mayor saber sobre el eterno femenino, pero la realidad es que la mujer sigue siendo un misterio para la mayoría de nosotros”. A su juicio, los arquetipos del Don Juan y de Doña Inés, en el 2017 se mantienen a duras penas. “Hoy en día ya no habría muchas mujeres que se dejaran apabullar por sus dotes de manipulador, afortunadamente. La Doña Inés del 2017 no tendría nada que ver con la original. La ingenuidad desaparecería para dar paso a una mujer con más libertad y control sobre sus acciones, su corazón y su cuerpo. Hasta te podría decir un piropo, algo impensable hace unos años”.

Para el actor, las diferencias entre los géneros se sitúan en cuestiones como la inteligencia emocional, “donde nos llevan una gran ventaja. Expresan mucho mejor los sentimientos. Se adaptan mejor a los cambios y resisten más ante situaciones dolorosas; incluso físicamente. Pero creo que nosotros perdonamos mejor. Ellas lo hacen más tarde y peor”. En el terreno laboral ve a sus coetáneas muy activas, “con mucho empeño por hacer cosas importantes. Y muy preparadas. Hay algo que hacen especialmente bien: dirigir equipos. Saben exigir cuando hay que exigir y escuchar cuando hay que hacerlo”.

Le gustan menos “si se dejan llevar por su pasión por el cotilleo, pero no tanto por el hecho, que no deja de ser un divertimento, sino por lo certeras que suelen ser. No se les escapa una”. Para las confidencias, prefiere a los amigos “porque los hombres somos de divagar y de estar con la cabeza en la luna. Ellas son la tierra. Como me crié entre mujeres en la cocina del hotel de mis padres, creo que las conozco bastante bien”.

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