“El hombre está muy bien hecho”

Lolita

Vertical

Más allá de su estatus como una de las personas más populares del país y de sus méritos en el ámbito de la canción, Lolita (Madrid, 1958) refuerza estos días su faceta como actriz –por la que obtuvo un Goya, por Rencor (2002)– interpretando a solas en escena a la inolvidable Colometa de La plaza del Diamante; uno de los grandes personajes femeninos de la literatura catalana, creado por Mercè Rodoreda. “Me resulta muy cercano, entre otras cosas, porque una mujer que sufre es siempre una mujer que sufre, al margen de donde haya nacido. Y habla de lugares del barrio de Gràcia que conocí de la mano de mi padre, que era de Barcelona. De todas formas, Serrat me tuvo que dar un empujoncito para que aceptara. Y me aconsejó muy bien”.

Aunque el monólogo está ambientado “en aquellos difíciles tiempos del franquismo, sobre todo”, y a su entender se ha avanzado mucho en igualdad de género, “aún queda mucha herencia, sobre todo entre las mujeres mayores que siguen acatando cuanto dice el marido. En aquella época se entiende, porque iban vírgenes al matrimonio sin saber dónde se metían, con el ajuar en una maleta y el fairy en la otra. No tenían comunicación con sus madres; de las relaciones de pareja no se hablaba en las familias. Eso ha generado un río de lágrimas. Yo eso con mi madre ya no lo viví”.

Aunque parecía que los Flores vivían un matriarcado, “era de puertas afuera; mi padre a menudo decía la última palabra, pero tranquilo; sin aspavientos. Parecía que mi madre se llevaba todo por delante, pero había consenso casi siempre. Mi padre era muy elegante. No le importaba ser el marido de Lola Flores, porque estaba muy seguro de su posición en el clan”. Algo que ella, añade, ha trasladado a su propio hogar: “Aunque no lo llamaría matriarcado, en mi casa organizo yo y suelen estar de acuerdo; aunque habría que preguntarles a mis hijos y mi marido”, dice riendo. “Durante la menopausia, con los cambios de humor y esas cosas, a veces les pillaba mirándose entre ellos en plan: “¡Cómo está el patio!”, pero me lo han puesto muy fácil. Más allá de que, como siempre he tenido algo de mala leche, podríamos decir que tengo la menopausia desde que mi madre me parió”.

Confiesa que el hombre le gusta. “Me parece que está muy bien hecho, y me encanta el que no se empeña en serlo, porque lo es por naturaleza: ni machista ni prepotente; ni mucho menos castigador. La única diferencia real entre ellos y nosotras es que les han educado para ser más reservados. Pero les veo bien. Quiero pensar, quizá románticamente, que hasta se enorgullecen de que la mujer sea, además de su compañera de vida y madre de sus hijos, alguien que trabaja a su lado codo con codo”.

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