“En el día a día, les asusto poco”

Najwa Nimri

Actriz y cantante, directora musical de Drac Pack

Vertical

Cuatro veces candidata al Goya, dos como compositora y otras dos como actriz, Najwa Nimri (Pamplona, 1972) derrocha carisma en ambos terrenos. Si en el primero recopila más de una decena de discos de impacto, en el segundo destacan trabajos icónicos como Los amantes del círculo Polar, Abre los ojos o la teleserie Vis a vis.

Ahora, para los escenarios, ha puesto en pie Drac Pack, un musical vampírico ambientado en los glamurosos años ­cincuenta en el que se muestra “que aunque hay que perseguir los sueños, siempre se paga un precio por ellos”. En escena, con ella, tres actrices más: Kimberley Tell, Anna Castillo (Goya por El olivo) y Alba Flores, heredera de prestigiosa estirpe. “No es un espectáculo de chicas ni para chicas. La verdad es que en principio se pensó para tres actores y una mujer, porque el éxito y la atracción por los focos, que es la reflexión que propone, interesan a unos y otras por igual”.

Reflexiona sobre lo difícil que es envejecer en el cine. “Es algo que debe cambiar, porque parte de algo que no es real. La mujer no debe mantener en todo momento una tensión sexual. Zulema, mi personaje en Vis a vis, era perversa, madura, con unas pintas tremendas, pero atrapaba al espectador; manejaba el cotarro como si fuera Tony Soprano. Si nos empeñamos, las mujeres podemos cambiar la realidad. Nos falta convicción; ser igual de atractivas que los hombres –no hablo de la apariencia–, al representar el poder ante la cámara”.

Considera que su físico ambiguo ha sido fundamental para esquivar “esos papeles de ‘mujer de...’. Me han ayudado mi voz y hasta mi nombre. Puedo ser bella y puedo ser el monstruo, y siempre he preferido lo segundo; es mucho más interesante”.

En su opinión, “es el hombre el que creó a la femme fatale, que lo lleva a la perdición, le nubla los sentidos y lo acaba dominando. Esa doma les resulta sexualmente atractiva, les gusta un tipo de mujer que no lo ponga fácil. Creo que ellos son conscientes de su poder, aunque hagan como que no. Y me gustan los personajes que les desafían. ­Detesto a quien abusa de su poder y lo ejerce de modo vejatorio. Suelen ser varones, pero algunas mujeres también lo hacen”.

No se ve dentro de ese cliché “de la mujer que pisa fuerte y que a los hombres les da un poco de miedo. En el día a día, que es muy normal, asusto poco. Mi trato con ellos no tiene que ver con el género. Es algo que ni me planteo. Siempre he hecho lo que hacen ellos y he convivido sin problemas. Pero somos como Oriente y Occidente; debemos hacer las paces porque si no el mundo nunca estará equilibrado. Esa es la lucha desde el principio de los tiempos. Y lo más curioso es que no creo, en absoluto, que seamos opuestos”.

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