“Cada vez me emociono más, quizás demasiado”

Ramon Mirabet

Cantautor. La historia de este catalán de voz rota (Sant Feliu de Llobregat, 1984) es de todo menos estándar. Tocó en la calle seis años, alcanzó la fama en Francia por un programa televisivo y, con el dinero que recaudó con sus maquetas, autofinanció su debut, Happy days (2013). Tras Home is where the heart is (2016), edita su tercer LP, Begin again, su disco “más visceral” y el “reflejo del último año” de su vida.

Vertical

Este disco suena más energético. ¿En qué estadio se encuentra hoy en día?

En un momento de empezar de nuevo. Este año me he aislado de lo que había sido mi vida anterior; me he encerrado en el estudio y en mi universo. He reflexionado mucho y me he dado cuenta de que tenía que cambiar algunas cosas en mi vida.

¿Ha logrado su objetivo?

Sí, me he dado la oportunidad de volver a empezar limpio. Con mis defectos, aceptando cómo soy, a la gente y al entorno, porque no todo se puede cambiar. Pero algunas cosas sí. Siento que comienzo una aventura.

¿Qué espera encontrar?

Sueño con que mis canciones se conozcan en otros países. Es muy difícil, pero también era utópico hace seis años pensar dónde estoy ahora.

¿Quién es Ramon Mirabet?

Un cúmulo de todas estas historias y de la gente que he conocido. Estamos hechos de pequeñas piezas de todo lo que recogemos durante la vida. Tras el programa televisivo de Francia y de tocar en el Olympia, rompí con todo y volví a la calle para empezar de nuevo, porque no me sentía identificado con ese circo mediático. A veces, si estás desanimado y piensas qué ha sido de mi yo del pasado, hay que parar, mirar atrás y no perder aquella ingenuidad.

¿Qué papel tiene el amor en su vida?

Es curioso, porque este es el primer disco en el que hablo abiertamente de amor entre dos personas. Aunque suene un poco cursi, es el motor de nuestras vidas y de muchas cosas que pasan globalmente. El amor nos mueve por dentro y mueve nuestro entorno. Y más que debería hacerlo.

Con padres de tradición musical y abuelos artistas de circo, sorprende que decidiera estudiar Dirección y Administración de Empresas.

Fue casual. Me sorprenden esos jóvenes de 18 años que dicen tener claro que quieren ser cantantes. Tengo 34 años, pero musicalmente son 23. Yo elegí la música tras tocar en la calle, regresar a casa y hacer mi primera entrevista de trabajo, para un banco. Después de las entrevistas, el jefe de recursos humanos me dijo que lo mío no era trabajar en oficina, sino viajar y vivir otras cosas. Así que dije a mis padres que me compraría una guitarra y viajaría para aprender inglés y tocar en la calle.

¿Autodidacta?

Estudié piano desde los tres a los 11 años. Lo dejé porque tenía pánico a tocar en público. Para mí, la música era algo muy íntimo. Tocaba solo en mi habitación. Era mi mundo.

¿Qué le emociona?

¡Todo! Cada vez más. Me emociono fácil y quizás demasiado, porque las emociones van muy conectadas con la voz y a veces me gustaría ser una persona más tranquila.

Si pudiera elegir un superpoder, ¿cuál sería?

Además de volar, quisiera resolver las cosas con la música. Ahora no, porque soy un mindundi, pero dentro de 40 años me gustaría usar la música como herramienta de cambio. Ese sería mi mayor poder.

UN LUGAR DONDE ESCAPAR.

EL CAP DE CREUS, PERO SIN TOCAR CADAQUÉS. ES UN PARAÍSO AL QUE VOY SI NECESITO INSPIRACIÓN.

UNA VIRTUD QUE ADMIRE.

LA GENTE QUE DICE LA VERDAD.

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